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La ciudad de Potosí, ubicada en la actual Bolivia, era conocida como la Villa
Imperial desde que los españoles llegaron a América y encontraron en el Cerro Rico una
inmensa cantidad de plata. La extracción de este mineral, hizo que se creara en esta
ciudad una ceca para producir moneda en 1575. Las toneladas de plata viajaron
rápidamente hacia la península ibérica y, de allí, al resto del mundo, ya que la moneda
de plata producida allí era la divisa número uno de la época, llegando a los rincones más
recónditos del planeta.
Potosí dependía del Virreinato del Perú, convirtiéndose en pocos años en una de
sus ciudades más importantes. Allí convergían mercaderes de coca, mercaderes de plata,
azogueros y funcionarios reales, creándose de forma bastante acelerada un entramado
entre ellos. Si bien la ciudad tenía una presencia similar en cuanto al número de todos
los españoles peninsulares, los vascongados (que incluían a vascos y navarros) habían
sido la comunidad que detentaba el acceso a los sitios de poder político y económico.

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Al comenzar el siglo XVII, se puede apreciar en la ciudad, una presencia mayor
de otros grupos de españoles, destacándose grupos de extremeños, andaluces,
manchegos y catalanes. Asimismo, como consecuencia de la prosperidad potosina,
también llegaban numerosos europeos como ingleses, alemanes, italianos, franceses,
flamencos y griegos. También había una presencia importante de esclavos, criollos y
comunidades indígenas encabezadas por los curacas locales que apoyaban al gobierno
colonial. Todos estos grupos eran conocidos como “los vicuñas” ya que utilizaban un
sombrero de vicuña.
En el primer cuarto del siglo comenzó un conflicto entre ambos grupos, que si
bien no se desarrolló de forma continúa tuvo una importante cantidad de bajas en los
dos bandos, teniendo como resultado un triunfo de los vicuñas, ya que estos accedieron
a los principales sitios de poder, especialmente en la Casa de la Moneda. Si bien hubo
treguas durante estos años, la situación nunca fue del todo pacífica. Simultáneamente,

desde comienzos de siglo aparecieron monedas potosinas adulteradas con cobre u otros
minerales como peltre, latón y estaño.
Este fraude duró más de cuatro décadas, ya que la Corona española enviaba
visitadores para descubrir las irregularidades, pero estos eran sobornados y, se cree que
a veces, asesinados. El principal protagonista de la estafa era un mercader extremeño
llamado Francisco Gómez de la Rocha, quien había llegado en la década de 1630 y se
enriqueció muy rápidamente, trabajó en el Ejército, pero luego, debido a un amorío con
una joven indígena, se convirtió en vendedor de coca y luego ingresó en el mercado de
la plata. Rocha pertenecía a la facción vicuña y, había creado una amplia red de
contactos entre los nobles, la Iglesia y el mismo virrey Mancera.
Esta situación llevó al descredito de la moneda potosina, que, para este tiempo,
tenía una adulteración del 50% y, por ende, también a la reputación del Imperio español.
Por ello, desde España, se envió en 1649, a un inquisidor de origen navarro, llamado
Francisco de Nestares Marín quien parecía ser un funcionario real inflexible. Al llegar,
Nestares realizó una profunda investigación, encontrando culpables a numerosos
ensayadores de la ceca, mercaderes y funcionarios reales. Rocha reconoció su
culpabilidad e intentó negociar con el inquisidor, pero este le pidió que retornara la plata
con la que se había quedado.
Entonces, Rocha decidió ultimar a Nestares con la complicidad de una esclava
que envenenaría la comida del funcionario con mercurio, pero esto fue descubierto
cuando otro esclavo que había escuchado el dialogo denunció la situación a Nestares,
acaso por despecho con la esclava involucrada, quien terminó confesando el plan. Pocos
días después, Rocha y otros 40 caballeros fueron ejecutados en la horca o con la pena
del garrote, lo que incluía a nobles y religiosos.
Sin embargo, lo que parecía una investigación para terminar con la corrupción
potosina no parece haber sido tal. Probablemente, por la relevancia de su cargo, no fue
acusado el Virrey Mancera, ya que se había descubierto numerosas cartas entre este y
los culpables del delito. Tampoco fueron condenados un ensayador de origen vasco de
apellido Ergueta y el nuevo ensayador designado por Nestares, de apellido Rodas, quien
emitió monedas, con menor cantidad de plata de la adecuada. Por lo mencionado, el
inquisidor parece haber obrado en beneficio de la facción de los vascongados más que
en el nombre del rey Felipe IV, ya que se siguió emitiendo “moneda mala” y no se
castigó a todos los culpables.

#metroredes

Por El Metropolitano

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